Como el superviviente de una catástrofe que se encuentra
ante un mundo irreconocible. El horizonte ha cambiado de lugar. El sol tiene
otro color. Nada queda de aquello conocido. Ha sobrevivido; pero estar vivo no
es lo mismo que vivir. No es extraño que los supervivientes de semejantes
catástrofes suelan desear haber perecido con el resto de la gente.
Yo lo veo así, podríamos considerar a los hermanos dos almas
que se han repartido un conjunto de características genéticas. Así, quien
pierde un hermano, lo que pierde es media alma. Hermanos, siempre juntos,
siempre dos, en lo bueno y en lo malo. ¿Y las personas que no tienen hermanos?
Son mitades. Seres mutilados. Lógicamente, todos los mutilados anhelan alcanzar
la condición de enteros. Las personas corrientes, sin par, buscan su alma
gemela, atormentadas por estar incompletas, por no tener nada que les ate al
mundo.
Detrás de ti empecé a andar, siempre por el camino que me
ibas dejando, eras mi ejemplo a seguir aunque solo tenías 10 años porque yo te
sentía mayor. Siempre quería estar contigo y que jugaras conmigo. Aprendí a
leer para poder cantar mientras tú tocabas la guitarra, aprendí a nadar para
seguirte allá donde fueras, aprendí a contar para que jugaras conmigo al
parchís, la hora para saber cuánto faltaba para que empezaran nuestros dibus y
la tabla porque tú me ayudaste cuando no era capaz de recordarla. Pero también
aprendí de ti, mi hermano mayor, me enseñaste a ver más allá de las cosas, ¡y a
frenar en la bici!, a construir sueños y cabañas, explorar la tierra y la luna,
Narnia ya existía para nosotros antes de que saliera la película, a hacer
trampas en los juegos, yo los indios y tú los vaqueros, tú Mario y yo Luigi, donde los demás veían un enchufe
nosotros un canal de comunicación secreto, asaltábamos la cama de mamá y papá cada
domingo y no fallábamos nunca a Los Simpson.
El pilar de nuestra relación siempre fueron las peleas, ¿qué
tipo de relación tienen unos hermanos que nunca se pelean? El mando de la tele,
las patatas fritas, si poníamos Toy Story o La Bella Durmiente, el turno de
recoger la mesa, o simplemente jugar a las peleas porque sí, por amor a la
lucha libre, rompernos los dientes y seguir sonriendo.
Pero lo que más me alegra es que puedo seguir aprendiendo de
ti, a no tener miedo, a luchar por lo que quiero, a ser independiente, a abrir mi mente a otros horizontes y
ver el mundo. Sé que puedo seguir contando contigo, porque ahora estás lejos sí,
pero el espacio físico está subordinado al psicológico, y yo sé que, como si la
vida fuera una pista de hielo, si te cojo la mano nada malo puede pasarme.