martes, 3 de abril de 2012

La separación de hermanos no es una separación cualquiera.
Como el superviviente de una catástrofe que se encuentra ante un mundo irreconocible. El horizonte ha cambiado de lugar. El sol tiene otro color. Nada queda de aquello conocido. Ha sobrevivido; pero estar vivo no es lo mismo que vivir. No es extraño que los supervivientes de semejantes catástrofes suelan desear haber perecido con el resto de la gente.
Yo lo veo así, podríamos considerar a los hermanos dos almas que se han repartido un conjunto de características genéticas. Así, quien pierde un hermano, lo que pierde es media alma. Hermanos, siempre juntos, siempre dos, en lo bueno y en lo malo. ¿Y las personas que no tienen hermanos? Son mitades. Seres mutilados. Lógicamente, todos los mutilados anhelan alcanzar la condición de enteros. Las personas corrientes, sin par, buscan su alma gemela, atormentadas por estar incompletas, por no tener nada que les ate al mundo.
Detrás de ti empecé a andar, siempre por el camino que me ibas dejando, eras mi ejemplo a seguir aunque solo tenías 10 años porque yo te sentía mayor. Siempre quería estar contigo y que jugaras conmigo. Aprendí a leer para poder cantar mientras tú tocabas la guitarra, aprendí a nadar para seguirte allá donde fueras, aprendí a contar para que jugaras conmigo al parchís, la hora para saber cuánto faltaba para que empezaran nuestros dibus y la tabla porque tú me ayudaste cuando no era capaz de recordarla. Pero también aprendí de ti, mi hermano mayor, me enseñaste a ver más allá de las cosas, ¡y a frenar en la bici!, a construir sueños y cabañas, explorar la tierra y la luna, Narnia ya existía para nosotros antes de que saliera la película, a hacer trampas en los juegos, yo los indios y tú los vaqueros, tú Mario y yo Luigi, donde los demás veían un enchufe nosotros un canal de comunicación secreto, asaltábamos la cama de mamá y papá cada domingo y no fallábamos nunca a Los Simpson.  
El pilar de nuestra relación siempre fueron las peleas, ¿qué tipo de relación tienen unos hermanos que nunca se pelean? El mando de la tele, las patatas fritas, si poníamos Toy Story o La Bella Durmiente, el turno de recoger la mesa, o simplemente jugar a las peleas porque sí, por amor a la lucha libre, rompernos los dientes y seguir sonriendo.
Pero lo que más me alegra es que puedo seguir aprendiendo de ti, a no tener miedo, a luchar por lo que quiero, a ser independiente, a abrir mi mente a otros horizontes y ver el mundo. Sé que puedo seguir contando contigo, porque ahora estás lejos sí, pero el espacio físico está subordinado al psicológico, y yo sé que, como si la vida fuera una pista de hielo, si te cojo la mano nada malo puede pasarme.
En el otro hemisferio de este punto azul en el universo que es nuestro planeta unos ojos abiertos durante el día, no te ven, pero por la noche, aunque se cierren, gozan de la tranquilidad de estar contigo. Separados. Dos seres mutilados, pero a los que no les faltaba un miembro, sino mitad del alma.